Qué es la Resistencia Civil México? La resistencia civil es un tipo de acción no violenta. Se trata de una gama de actividades amplia y constante, frente a una determinada potencia, el poder, la política o el régimen - de ahí el término 'resistencia'. El adjetivo "civil" en este contexto denota que el que corresponde a un ciudadano o la sociedad. Es tiempo de cambiar el sistema y crear algo nuevo!!!
Resistencia Civil México
Hola,
Somos resistencia civil México
1. No tenemos nada que ver con ningún político!
2. Somos gente normal que queremos y podrémos cambiar a México!
3. Si te interesa participar escribiendo algo, agregar videos, etc. Con gusto, esto lo hacemos todos!
Con acciones organizadas, nosotros somos quienes decidimos no los políticos, ni los empresarios!!!
Unete, apoya, cambia!
Resistencia Civil México
erwinbenoir@gmail.com
http://resistenciacivilenmexico.blogspot.com/
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lunes, 18 de noviembre de 2013
domingo, 17 de noviembre de 2013
Nervios en Los Pinos por López Obrador
El líder de la única oposición real al gobierno
priista ha vuelto a marcar el rumbo político en las decisiones del país.
La semana pasada Andrés Manuel López Obrador, máximo dirigente de
Morena, calificó como “robo del siglo” la pretendida reforma energética
que promueve el presidente Enrique Peña Nieto, por lo que le hizo un
llamado para que cancele su presentación prevista para esta semana.
El gobierno federal había anunciado que dicha reforma iba a ser
presentada al Congreso desde la semana pasada, pero los nerviosos
políticos de Los Pinos decidieron detenerla unos días hasta conocer las
acciones y opiniones que Morena y su líder López Obrador anunciarían,
como es la movilización pacífica a que han convocado para el 8 de
septiembre en el Zócalo de la capital del país.En estos últimos días los encargados de la reforma, encabezados por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, han modificado la propuesta en varias ocasiones, que va desde reformar el artículo 27 constitucional para permitir la participación abierta del sector privado nacional y extranjero en la exploración y producción de petróleo y gas mediante contratos de riesgo, hasta el agregado de algunas cláusulas que sólo permitirían la contratación de empresas extranjeras mediante acuerdos para pagarles sus servicios con materias primas, lo cual en realidad significaría lo mismo.
En la Presidencia de la República saben que cualquier cosa que incluyan en su propuesta de reforma energética que pretenda modificar la Constitución, será rechazado en fuertes movilizaciones por el único líder de la izquierda Andrés Manuel López Obrador, quien ha vuelto así en este nuevo gobierno priista a marcar el rumbo político del país.
“Recomiendo respetuosamente a Peña que lo piense bien. Su intención de reformar el artículo 27 constitucional para privatizar el petróleo lo hará pasar a la historia como un émulo del dictador Antonio López de Santa Anna, porque de ese tamaño es la traición a México”, acusó y advirtió: “Estaré muy al pendiente de lo que quieren hacer esos rufianes con el país. Es una mentira lo que dijo el secretario de Energía del gobierno peñista, Pedro Joaquín Coldwell, de que Petróleos Mexicanos (Pemex) es una empresa quebrada, aunque a los inversionistas extranjeros les dicen otras cosas. Basta señalar que todas las empresas calificadoras, las más famosas del mundo financiero, tienen a Pemex como una de las empresas más rentables del mundo”.
Y ya que hablamos de intentos modificatorios constitucionales, cualquier cambio debería empezar por el despido del líder petrolero Eduardo Romero Deschamps, quien ante sus evidentes excesos y corruptelas, Peña Nieto debería tomar la decisión de alejar de Pemex al ahora senador priista y permitir que esa empresa deje de entregar miles de millones a los líderes petroleros corruptos que se han enriquecido ilícitamente con el dinero del petróleo mexicano. Personas cercanas a Romero comentan que este “líder charro” está listo para abandonar las filas sindicales en cuanto el presidente se lo solicite. ¿Qué esperan?
Desvían fondos de jubilados en Pemex
Uno de los cambios previos a la reforma petrolera y del sector de energía que busca lograr el director general de la paraestatal, Emilio Lozoya Austin, es la transformación del esquema de pensiones de la empresa del Estado. Son dos los fideicomisos que, hasta ahora, tendrían que haberse utilizado para acumular los recursos necesarios para el retiro de los trabajadores de Pemex.
Sin embargo, el Fideicomiso de Cobertura Laboral y de Vivienda (Ficolavi) y el Fondo Laboral de Petróleos Mexicanos (Folape) lejos de concentrar grandes montos para invertirlos en el largo plazo, durante el gobierno del panista Felipe Calderón se utilizaron como fideicomisos con un manejo revolvente, lo que ha complicado ahora la creación de reservas actuariales que sirvan para generar rendimientos y ayuden al fondeo de esta obligación. Esto debe ser investigado por el Congreso y por los órganos de control y vigilancia del gobierno, pues sin duda que de allí se desviaron recursos para satisfacer los apetitos corruptos de la administración anterior.
En los reportes a la Comisión de Valores de Estados Unidos (SEC), Pemex reconoce un pasivo por concepto laboral y pensiones superior a los 110 mil millones de dólares que, prácticamente, sigue sin fondearse. Un cambio en el sistema de pensiones de los trabajadores de la paraestatal es impostergable, no porque en algún momento la empresa tenga que hacer frente a esa obligación y declararse simplemente en quiebra, sino porque la urgencia está relacionada con la sustentabilidad de las propias pensiones.
Como está diseñado el esquema para el retiro de los trabajadores petroleros, su pasivo laboral es una deuda del gobierno federal que deberá responder por ella, y este pasivo sigue aumentando. Sin embargo, los trabajadores petroleros tienen el registro de aportaciones en estos dos fondos cuyo destino deberá clarificar la actual administración de Pemex.
Por ejemplo, la Unión Nacional de Petroleros Jubilados de Confianza envío al consejo directivo de Pemex una carta en la que le solicita información sobre la situación del Ficolavi, un fideicomiso que se constituyó en 1989 en Bancomer, hoy BBVA. El propósito de ese fondo fue sustentar financieramente el pago de pensiones de todo personal jubilado y por jubilarse.
En 1989 se informó que el monto inicial del fideicomiso era de 272 mil millones de pesos. Los trabajadores jubilados de confianza de Pemex solicitan ahora información al consejo directivo sobre los movimientos que se realizaron con estos recursos, pues hay la duda sobre un fuerte desvío por miles de millones de pesos de parte del gobierno calderonista durante la administración anterior.
La Unión Nacional de Petroleros Jubilados de Confianza de Pemex refiere que, de acuerdo con información de la Secretaría de Hacienda, se reportan movimientos con los fondos del Ficolavi que podrían involucrar transferencias de recursos a la nómina del personal activo.
Hasta diciembre pasado, refieren los jubilados, la disponibilidad del fondo sólo era de 64 mil 966.2 millones de pesos. También se preguntan sobre las causas de la falta de crecimiento del fondo y sobre los rendimientos de los fondos invertidos en otras actividades financieras.
Los trabajadores jubilados presumen que desde 1989 las diferentes administraciones de Pemex no han manejado debidamente los recursos financieros de estos fideicomisos, además de que el destino de las aportaciones así como los rendimientos que deberían haberse generado – derivados de la inversión – no están acordes con las expectativas contempladas en la constitución del fideicomiso, con lo que se habría incumplido el contrato.
Advierten sobre un plan para extinguir este fideicomiso que no ha sido notificado a los trabajadores. Resulta que en el informe de rendición de cuentas de la Secretaría de la Función Pública (2000-2006) se reporta que hace falta la autorización para concluir con el proceso de extinción del Ficolavi, liquidación que sólo podría presentarse si Pemex desapareciera. El saldo de este fondo debería ubicarse en 2 mil 944 millones 751 mil 222.84 pesos, tomando en cuenta rendimientos y nuevas aportaciones.
Sin embargo, la Auditoría Superior de la Federación (ASF) reportó en 2010 que la administración del Ficolavi, que también se utiliza para créditos a la vivienda, ha incurrido en gastos excesivos de administración para la recuperación de cartera.
Hasta 2010, según la ASF, el Ficolavi reportó una cartera de extrabajadores a cargo de la fiduciaria, por 16 mil 676.2 millones de pesos, y de las gestiones realizadas para la recuperación de la cartera la entidad fiscalizada informó que 69 créditos cuentan con un convenio de regularización de adeudo. Asimismo, se verificó que sólo 11 (15.9%) de 69 acreditados efectuaron pagos durante 2010, por 479.7 miles de pesos.
Los estados financieros dictaminados en 2010 reportan gastos de administración, por 6.6 millones de pesos, entre los cuales la fiduciaria invirtió, sin incluir sus honorarios, recursos financieros para la recuperación de la cartera por 3.1 millones de pesos.
La ASF recomendó a Pemex que mediante su Dirección General y su Consejo de Administración analicen la situación de riesgo institucional que prevalece al carecer de una reserva laboral suficiente para cubrir en el futuro las obligaciones contraídas con sus trabajadores y determine posibles cursos de acción con el fin de proyectar la necesidad de obtener recursos en razón de lo establecido en el contrato del fideicomiso.
La única salida que observó entonces la ASF era que Pemex solicitara recursos presupuestarios para conformar de manera programada una reserva actuarial que fortalezca a Pemex.
Además, Pemex debía reforzar las medidas de control y supervisión, a fin de que cada departamento de personal identifique con oportunidad la falta de asistencia de pensionados y remita el registro correspondiente al Programa de Supervivencia para su concentración, con objeto de mantener actualizada la información sobre la supervivencia y en caso de no contar con el registro de algún pensionado, suspenda su pago hasta que se agoten las medidas de comprobación.
El nuevo esquema
Ahora, la propuesta de Pemex es migrar los fondos para el pago de pensiones a un esquema de capitalización que a través de cuentas individuales como las del Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR) permitirían a cada trabajador de la paraestatal constituir su propio fondo en donde aportarán recursos para su ahorro, mientras la propia paraestatal y el gobierno federal lo complementarán.
De esta forma, Pemex y su administración ya no serán responsables únicos del pago de las pensiones para más de 125 mil empleados de planta y 45 mil transitorios.
También las pensiones post mortem ya no serían vitalicias para las viudas y se fijará un plazo perentorio – que se calcula en tres años – para suprimir el servicio médico. En este momento, los trabajadores jubilados de Pemex denuncian, por ejemplo, que en las clínicas y farmacias de la paraestatal ya se reporta escasez de medicamentos y que ahora los pensionados deben comprar sus medicinas y luego buscar el reembolso que puede tomar varios meses.
Para los trabajadores transitorios, además, ya no se acumularía antigüedad para computar sus años de servicio, y sólo se tomará en cuenta su permanencia en la paraestatal una vez que cuenten con planta. El ingreso a cuentas individuales se daría en automático.
Los trabajadores de nuevo ingreso ya no tendrían servicio médico de Pemex y se incorporarían al ISSSTE. Los trabajadores petroleros jubilados continuarían con el esquema anterior pero la actualización de sus pensiones ya no sería conforme al incremento salarial que se otorgue al personal en activo. La actualización dependería de la inflación estimada por el Banco de México. Hasta ahora, sin embargo, la dirección de Pemex no ha dado a conocer su propuesta para el nuevo esquema de pensiones que ya fue presentada al Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) que encabeza Carlos Romero Deschamps.
Entregan complejo de Pajaritos a Mexichem
Trabajadores petroleros agrupados en el Comité de Estudios de la Energía alertan que la venta del 60 por ciento del complejo petroquímico Pajaritos (propiedad de la paraestatal Pemex) a la empresa Mexichem, derivará en la pérdida de alrededor del 50 por ciento de las plazas laborales (esto es que más de 1 mil trabajadores quedarían en la calle). No obstante, Pemex ha anunciado que al ceder la operación del complejo no será despedido ni un solo trabajador.
De acuerdo con declaraciones del ingeniero Mario Galicia, la transacción se dio como uno de los primeros pasos de la privatización de la industria. Refiere que la cadena de valor en la petroquímica es muy alta: mientras que la extracción de un barril de crudo genera un empleo, el proceso petroquímico de ese mismo barril deriva en 60 plazas.
Sobresale que para la venta de dicho complejo petroquímico la paraestatal recurrió al Grupo PMI, el esquema de empresas “privadas” operadas por PMI Comercio Internacional en el extranjero, sobre todo en paraísos fiscales. Y es que por medio de la filial “privada” PMI Holding, BV, constituyó una sociedad con Mexichem: mientras Pemex posee de manera triangulada el 40 por ciento de la empresa PPQ Cadena Productiva, Mexichem controla el 60.
PPQ Cadena Productiva es ya, formalmente, la dueña del complejo petroquímico Pajaritos –ubicado en Coatzacoalcos, Veracruz–, y las decisiones son tomadas desde la semana pasada por Mexichem, la empresa que dirige el exbanquero Antonio del Valle Ruiz.
La entrega, sin embargo, no ha sido tersa al interior de la petrolera. El pasado 10 de agosto, un nutrido grupo de trabajadores marcharon unos 7 kilómetros –desde la entrada del complejo hasta la ciudad de Coatzacoalcos– para exigir transparencia, así como respeto a las más de 2 mil plazas laborales. También lanzaron consignas en contra de la privatización de la empresa paraestatal.
Industria petrolera: ¡México puede! por Pablo Moctezuma Barragán
Desde que el papa Alejandro VI, mejor conocido como Rodrigo Borgia, le “donó”
a los españoles nuestras tierras, en 1493, hemos sido sujetos del
saqueo de nuestras riquezas. Nuestra tierra ha sido invadida y sus
riquezas fueron a parar a manos de potentados extranjeros. Incluso en
1787, cuando se expidieron las Reales Ordenanzas para la Minería, en lo
que ellos llamaron la Nueva España, determinaron que los “jugos de la tierra”
pertenecían a la corona de España, es decir, al invasor extranjero.
Durante el porfirismo esta situación continuó, ya que en 1906 la Cámara
de Diputados aprobó una ley en la que se eximía a las compañías
petroleras de cualquier pago de impuestos –a excepción del impuesto de
timbre– si explotaban terrenos privados.
Luego del triunfo de la Revolución Mexicana, Francisco I Madero impuso, en julio de 1912, un impuesto de 20 centavos por tonelada, lo que equivalía a 3 centavos por barril de petróleo. Lo que disgustó a las compañías petroleras, que a su vez alentaron al embajador Henry Lane Wilson a impulsar el complot que derrocó y llevó a la muerte a Madero y a José Pino Suárez. No fue éste, desde luego, su único crimen. Las compañías dividieron comunidades y familias, provocaron matanzas e hicieron de todo para apropiarse de las tierras petroleras. Con el nuevo triunfo de la Revolución contra el usurpador Victoriano Huerta, financiaron a Manuel Peláez, quien con su ejército defendió los intereses extranjeros que en la zona petrolera tenían su feudo, además contaban con sus famosas “guardias blancas”. Las condiciones laborales eran muy desfavorables, por lo que se organizó la Unión de Petroleros Mexicanos. El 19 de febrero de 1918 se hizo la primera tentativa para hacer cumplir el Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, gravando esta vez los contratos sobre tierras y petróleo. Nuevamente no se hicieron esperar las protestas de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y también se presentó la negativa de las compañías para aceptar el cumplimiento de los decretos. Esto dio motivo para que las empresas intervinieran activamente en el derrocamiento y asesinato de Venustiano Carranza.
Largas luchas llevaron a la Expropiación Petrolera de 1938, los obreros y técnicos mexicanos comenzaron a organizarse. La historia negra de la acción de las compañías petroleras extranjeras inglesas, holandesas, estadunidenses fue enfrentada por los trabajadores, y la huelga petrolera de casi 1 año (en 1937) fue el catalizador para que el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río efectuase la Expropiación Petrolera. Esos trabajadores que enfrentaron la rapacidad de las compañías petroleras también tuvieron la capacidad de levantar la industria.
La apuesta de las trasnacionales era por el fracaso de los mexicanos, juraban que en 3 meses, de rodillas, el gobierno de Cárdenas les iba a pedir su regreso. La situación de la industria era crítica, ya que desde 1914, a raíz de la Revolución Mexicana y de la aprobación de la Constitución de 1917 y la amenaza de expropiación –ya que ésta determinaba que los bienes del subsuelo son de la nación–, las empresas extranjeras decidieron no invertir en la industria, y lo que dejaron hacia 1938 fueron instalaciones chatarra. Tras la Expropiación Petrolera se decretó un bloqueo contra México, no nos compraban una sola gota de petróleo ni nos vendían un tornillo, además de que las compañías extranjeras se llevaron a sus técnicos, incluso nacionales. La industria en ruinas quedó en manos de los obreros mexicanos y ellos, con gran capacidad y maestría, levantaron la industria petrolera ante el asombro del mundo. Cuando Lázaro Cárdenas anunció que México iba a producir gasolina, para lo que era menester producir tetraetilo de plomo, sustancia que sólo producían en Alemania y Estados Unidos, sumamente venenosa y tóxica, los funcionarios de la compañía Shell se burlaron y llegaron a afirmar en conferencia de prensa que “juraban beberse cada gota de tetraetilo de plomo que produjeran los mexicanos”. Pero los ingenieros y técnicos mexicanos produjeron tetraetilo de plomo y la gasolina necesaria. Petróleos Mexicanos (Pemex) fue construido gracias al empeño y capacidad de obreros, técnicos e ingenieros mexicanos.
Pemex ha sido en el último lustro la cuarta empresa con mayor producción de crudo –sólo por debajo de la Saudi Arabian Oil Company, la iraní National Iranian Oil Company y Petróleos de Venezuela– con ingresos de más de 1 billón de pesos anuales. Es falso que no haya dinero para invertir en Pemex o para construir refinerías y erigir una potente industria petroquímica. El año pasado, en abril de 2012, el gobierno mexicano con aprobación del Congreso de la Unión, le regaló 14 mil 400 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional y 4 mil 400 al Banco Interamericano de Desarrollo, ¡más de 225 mil millones de pesos! Que no digan que no hay dinero. También tenemos miles de trabajadores calificados para las labores que se requieren y jóvenes que pueden entrenarse debidamente. Sí tenemos la capacidad de realizar todas las labores necesarias para ser autosuficientes en la exploración, explotación, producción, transporte, comercialización y refinación de petróleo. México es capaz de generar tecnologías propias y de asimilar nuevas. Desde 1970, el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) consolidó el grupo de ingeniería para el desarrollo de proyectos de instalaciones marinas. Desde la década de 1980, el IMP participó en el diseño, construcción, instalación, inspección y mantenimiento de plataformas marítimas. A partir de 1987, personal de sistemas estructurales participó en proyectos para la explotación de 600, 1 mil y 1 mil 500 metros de profundidad. En 1999 se iniciaron trabajos de exploración y se perforó a más de 500 metros.
Dicen que Pemex necesita recursos externos, capital extranjero para la exploración, explotación y producción. Esto es falso. Entre 1972 y 1975 Pemex descubrió, con sus propios medios, los grandes yacimientos de Chiapas, Tabasco, la Sonda de Campeche y el complejo Cantarell (también en Campeche), pues ha tenido los técnicos capaces de levantar la industria y ha contado con tecnología y metodología propias.
Pemex puede y debe ser una empresa estatal autosuficiente que sea un motor para el desarrollo económico de México. Hemos de oponernos a los nuevos planes privatizadores para rescatar nuestra soberanía energética. La movilización popular debe frenar las políticas entreguistas de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) y llevar al triunfo nuestra soberanía energética.
La soberanía energética es un mandato constitucional que hay que cumplir, y cumplirlo a la letra, pues significa la diferencia entre ser un país soberano con el control de sus recursos y riquezas básicas o un país sometido por compañías extranjeras y sus gobiernos. Las riquezas que produce nuestro sector energético pueden ser la base para un desarrollo sostenido y para garantizar a la población los derechos que le otorga la Constitución, pero que hasta ahora han sido letra muerta. No sólo hemos de oponernos a la política privatizadora que plantea el Pacto por (anti) México. Tras la regresión de las últimas 3 décadas de neoliberalismo y neocolonialismo es necesario emprender de nuevo el rescate energético, para ello hemos de contar con la movilización del pueblo en general, y en particular la de los trabajadores del sector. El Movimiento Regeneración Nacional ha emprendido una gran campaña por la defensa del petróleo con el lema: “¡el petróleo es de todos!”. Andrés Manuel López Obrador ha denunciado la intención de entregar el 60 por ciento de la renta petrolera a corporaciones extranjeras. Apoyemos esta lucha, informemos ampliamente a la población de los planes del PRI y el PAN. Está en juego la soberanía nacional, por lo que es necesario apelar a la más amplia unidad de todos los mexicanos por encima de diferencias de edad, sexo, religión, ideología, partido político, estilo de vida, origen nacional y situación socioeconómica. El pueblo unido ha tenido y tendrá la capacidad de solucionar los problemas que se plantean en este inicio del siglo XXI para construir el futuro de un México independiente.
Así, nuestro trabajo y riquezas engordaron a las
compañías extranjeras. Por otra parte, los mexicanos laboramos y
acumulamos experiencia en la materia petrolera adquiriendo capacitación y
destreza. Ya en 1863 se hicieron perforaciones en Tabasco, y en 1883 el
entonces gobernador de aquella entidad, Simón Sarlat Nova, creó una
compañía e hizo el primer intento de explotación comercial. Hace ya 112
años, en 1901, comenzó la extracción sistemática del petróleo en Ébano,
San Luis Potosí. Edward Doheny y Charles A Canfield estaban a punto de
abandonar el proyecto cuando un geólogo mexicano de gran prestigio, el
ingeniero Ezequiel Ordóñez, les recomendó el cuello volcánico conocido
como Cerro de la Pez para hacer las perforaciones, con lo que obtuvieron
un gran éxito;?así empezó la producción en grande: de 1901 a 1911, las
compañías exportaron 25 millones de barriles de petróleo y ganaron 4
millones de dólares sin pagar un sólo centavo de impuestos.
Así era la situación petrolera en el porfiriato.Luego del triunfo de la Revolución Mexicana, Francisco I Madero impuso, en julio de 1912, un impuesto de 20 centavos por tonelada, lo que equivalía a 3 centavos por barril de petróleo. Lo que disgustó a las compañías petroleras, que a su vez alentaron al embajador Henry Lane Wilson a impulsar el complot que derrocó y llevó a la muerte a Madero y a José Pino Suárez. No fue éste, desde luego, su único crimen. Las compañías dividieron comunidades y familias, provocaron matanzas e hicieron de todo para apropiarse de las tierras petroleras. Con el nuevo triunfo de la Revolución contra el usurpador Victoriano Huerta, financiaron a Manuel Peláez, quien con su ejército defendió los intereses extranjeros que en la zona petrolera tenían su feudo, además contaban con sus famosas “guardias blancas”. Las condiciones laborales eran muy desfavorables, por lo que se organizó la Unión de Petroleros Mexicanos. El 19 de febrero de 1918 se hizo la primera tentativa para hacer cumplir el Artículo 27 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, gravando esta vez los contratos sobre tierras y petróleo. Nuevamente no se hicieron esperar las protestas de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y también se presentó la negativa de las compañías para aceptar el cumplimiento de los decretos. Esto dio motivo para que las empresas intervinieran activamente en el derrocamiento y asesinato de Venustiano Carranza.
Largas luchas llevaron a la Expropiación Petrolera de 1938, los obreros y técnicos mexicanos comenzaron a organizarse. La historia negra de la acción de las compañías petroleras extranjeras inglesas, holandesas, estadunidenses fue enfrentada por los trabajadores, y la huelga petrolera de casi 1 año (en 1937) fue el catalizador para que el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río efectuase la Expropiación Petrolera. Esos trabajadores que enfrentaron la rapacidad de las compañías petroleras también tuvieron la capacidad de levantar la industria.
La apuesta de las trasnacionales era por el fracaso de los mexicanos, juraban que en 3 meses, de rodillas, el gobierno de Cárdenas les iba a pedir su regreso. La situación de la industria era crítica, ya que desde 1914, a raíz de la Revolución Mexicana y de la aprobación de la Constitución de 1917 y la amenaza de expropiación –ya que ésta determinaba que los bienes del subsuelo son de la nación–, las empresas extranjeras decidieron no invertir en la industria, y lo que dejaron hacia 1938 fueron instalaciones chatarra. Tras la Expropiación Petrolera se decretó un bloqueo contra México, no nos compraban una sola gota de petróleo ni nos vendían un tornillo, además de que las compañías extranjeras se llevaron a sus técnicos, incluso nacionales. La industria en ruinas quedó en manos de los obreros mexicanos y ellos, con gran capacidad y maestría, levantaron la industria petrolera ante el asombro del mundo. Cuando Lázaro Cárdenas anunció que México iba a producir gasolina, para lo que era menester producir tetraetilo de plomo, sustancia que sólo producían en Alemania y Estados Unidos, sumamente venenosa y tóxica, los funcionarios de la compañía Shell se burlaron y llegaron a afirmar en conferencia de prensa que “juraban beberse cada gota de tetraetilo de plomo que produjeran los mexicanos”. Pero los ingenieros y técnicos mexicanos produjeron tetraetilo de plomo y la gasolina necesaria. Petróleos Mexicanos (Pemex) fue construido gracias al empeño y capacidad de obreros, técnicos e ingenieros mexicanos.
Pemex ha sido en el último lustro la cuarta empresa con mayor producción de crudo –sólo por debajo de la Saudi Arabian Oil Company, la iraní National Iranian Oil Company y Petróleos de Venezuela– con ingresos de más de 1 billón de pesos anuales. Es falso que no haya dinero para invertir en Pemex o para construir refinerías y erigir una potente industria petroquímica. El año pasado, en abril de 2012, el gobierno mexicano con aprobación del Congreso de la Unión, le regaló 14 mil 400 millones de dólares al Fondo Monetario Internacional y 4 mil 400 al Banco Interamericano de Desarrollo, ¡más de 225 mil millones de pesos! Que no digan que no hay dinero. También tenemos miles de trabajadores calificados para las labores que se requieren y jóvenes que pueden entrenarse debidamente. Sí tenemos la capacidad de realizar todas las labores necesarias para ser autosuficientes en la exploración, explotación, producción, transporte, comercialización y refinación de petróleo. México es capaz de generar tecnologías propias y de asimilar nuevas. Desde 1970, el Instituto Mexicano del Petróleo (IMP) consolidó el grupo de ingeniería para el desarrollo de proyectos de instalaciones marinas. Desde la década de 1980, el IMP participó en el diseño, construcción, instalación, inspección y mantenimiento de plataformas marítimas. A partir de 1987, personal de sistemas estructurales participó en proyectos para la explotación de 600, 1 mil y 1 mil 500 metros de profundidad. En 1999 se iniciaron trabajos de exploración y se perforó a más de 500 metros.
Dicen que Pemex necesita recursos externos, capital extranjero para la exploración, explotación y producción. Esto es falso. Entre 1972 y 1975 Pemex descubrió, con sus propios medios, los grandes yacimientos de Chiapas, Tabasco, la Sonda de Campeche y el complejo Cantarell (también en Campeche), pues ha tenido los técnicos capaces de levantar la industria y ha contado con tecnología y metodología propias.
Pemex puede y debe ser una empresa estatal autosuficiente que sea un motor para el desarrollo económico de México. Hemos de oponernos a los nuevos planes privatizadores para rescatar nuestra soberanía energética. La movilización popular debe frenar las políticas entreguistas de los partidos Revolucionario Institucional (PRI) y Acción Nacional (PAN) y llevar al triunfo nuestra soberanía energética.
La soberanía energética es un mandato constitucional que hay que cumplir, y cumplirlo a la letra, pues significa la diferencia entre ser un país soberano con el control de sus recursos y riquezas básicas o un país sometido por compañías extranjeras y sus gobiernos. Las riquezas que produce nuestro sector energético pueden ser la base para un desarrollo sostenido y para garantizar a la población los derechos que le otorga la Constitución, pero que hasta ahora han sido letra muerta. No sólo hemos de oponernos a la política privatizadora que plantea el Pacto por (anti) México. Tras la regresión de las últimas 3 décadas de neoliberalismo y neocolonialismo es necesario emprender de nuevo el rescate energético, para ello hemos de contar con la movilización del pueblo en general, y en particular la de los trabajadores del sector. El Movimiento Regeneración Nacional ha emprendido una gran campaña por la defensa del petróleo con el lema: “¡el petróleo es de todos!”. Andrés Manuel López Obrador ha denunciado la intención de entregar el 60 por ciento de la renta petrolera a corporaciones extranjeras. Apoyemos esta lucha, informemos ampliamente a la población de los planes del PRI y el PAN. Está en juego la soberanía nacional, por lo que es necesario apelar a la más amplia unidad de todos los mexicanos por encima de diferencias de edad, sexo, religión, ideología, partido político, estilo de vida, origen nacional y situación socioeconómica. El pueblo unido ha tenido y tendrá la capacidad de solucionar los problemas que se plantean en este inicio del siglo XXI para construir el futuro de un México independiente.
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